Oye.. pero primero respondenos
Noticias | 10 de julio de 2023
Es de conocimiento común que alrededor del 70% de la composición de nuestro cuerpo es agua. Y esa cantidad debe ser repuesta diariamente con la ingesta de líquidos constantemente para recuperar toda el agua que exhalamos en procesos naturales como el sudor, la orina y las heces.
Durante la actividad física, el músculo se calienta debido al gasto de energía, aumentando la temperatura de todo el cuerpo. Esta variación afecta al organismo y puede causar grandes riesgos para la salud humana, y es entonces cuando entra en acción el agua.
Además de ayudar al agua en el desarrollo físico, manteniendo la capacidad pulmonar y cognitiva, también sirve para ser expulsada en forma de sudor para regular la temperatura corporal.
Sin embargo, incluso en la vida cotidiana, el agua juega un papel fundamental en el transporte de nutrientes, eliminando las impurezas del organismo, haciendo obligatoria la hidratación en todo momento de la vida, independientemente de que se esté practicando o no ejercicio físico.
La falta de agua en el organismo compromete el funcionamiento del organismo en su conjunto, provocando síntomas como mareos, aumento del ritmo cardíaco y dificultad para concentrarse.
Durante un ejercicio físico los riesgos pueden ser aún mayores, ya que, con el calentamiento del cuerpo, también perdemos sales minerales y otras sustancias importantes a través del sudor, comprometiendo por completo el rendimiento y pudiendo provocar cansancio, dolores musculares e incluso calambres.
Aunque se habla mucho de deshidratación, el consumo excesivo de agua también puede causar grandes daños a la salud. Esto se debe a que el exceso de agua provoca un desequilibrio en la concentración de electrolitos en la sangre, lo que puede ocasionar graves complicaciones para los sistemas nervioso y cardíaco.
Los niveles de sodio también se ven afectados por el alto consumo de agua, perdiendo su concentración en la sangre. El sodio es responsable de enviar señales a los riñones, el corazón, los nervios y muchas otras células. Por tanto, su baja concentración afecta directamente al funcionamiento de todo el organismo humano.
¿Sabías que en realidad no hay una cantidad definida de agua que los humanos necesiten consumir? Eso es porque cada organismo funciona de una manera de acuerdo a su tamaño, temperatura externa, esfuerzo físico e incluso alimentación.
Para hidratarte correctamente, debes prestar atención a las señales de tu cuerpo, sin tener demasiada sed ni obligarte a beber más agua de la que sientes que necesitas.
Y a la hora de practicar actividades físicas, no esperes a que te llegue la sed y no bebas demasiada agua de golpe. Lo ideal es consumir pequeñas cantidades de agua durante la práctica, sin que el consumo perturbe tu práctica o rendimiento.